Creí saber perder por haber perdido mucho. Me siguen ganando. E invierto mucho más en hacerlo yo que en saber encajar la derrota. Mal.
Creí saber ganar por haber visto ganar a otros. Y gano poco, lo cual me convierte en un ser tremendamente ambicioso. Si te despisto es culpa mía, siempre coloco mis victorias mucho después de la meta. Mal.